domingo, 26 de agosto de 2012

Más de la estética kantiana

Como se vio con anterioridad, uno de los primeros filósofos de lo que podríamos llamar modernidad, que aborda el tema de le estética como suceso intelectual, más allá de la técnica y de la imitación de lo real, es Immanuel Kant. Naturalmente discute el tema de lo bello y lo bueno, así como el entendimiento sensible de lo real, a la manera de Baumgarten, pero con un enfoque crítico. Es una forma de pensar compleja, que ve más allá de la belleza.

Este pensamiento implica la concepción de lo justo, de lo moral, de lo trascendente. Kant afirma que el único ideal de lo bello es el hombre, puesto que es un ser, en principio, libre y moral. A su vez, el hombre creador puede hacer belleza. Entonces podemos deducir que el arte como creación da la misma satisfacción desinteresada que la belleza natural, pero resulta paradójico que el arte pueda cumplir un destino que la naturaleza no puede: puede ofrecer belleza y fealdad a través de un objeto. Una hermosa pintura de un rostro feo puede incluso llegar a ser bella. Esto es explicable gracias a que Kant no separa la obra de arte de la razón y sin embargo, le da a la obra de arte la categoría de sujeto.

Por otra parte, la analítica del juicio estético se divide, según Kant, en analítica de lo bello y analítica de lo sublime, siendo “analítica” la descomposición o análisis de nuestro conocimiento a priori hasta llegar a los elementos no empíricos o puros del entendimiento. Así pues lo bello, resumiendo a Kant, se refiere a la forma del objeto. La estética debe someterse, por su parte, a ciertas reglas que concilien la facultad del entendimiento y las facultades del alma: imaginación y sublimación. Y lo sublime implica un concepto de infinito…

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